Los 33 en el corazón de la mina
- Carla Gómez
- 19 nov 2020
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 20 nov 2020
En 2010, se produjo uno de los peores acontecimientos en el mundo de la minería, el
derrumbe del yacimiento San José en Atacama, Chile. Tras 17 días atrapados en la oscuridad, los 33 mineros fueron encontrados con vida.

Hace 10 años, Chile vivió uno de los momentos más angustiosos cuando 33 mineros quedaron sepultados bajo tierra. Paradójicamente, esta historia comparte cierta similitud con el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, donde 45 pasajeros, entre ellos el equipo de rugby uruguayo, Old Christians, tuvieron un fatídico accidente en los Andes. El avión, que se dirigía hacia Chile para jugar un partido, colisionó contra la cordillera, debido a la poca visibilidad y a la baja altura a la que sobrevolaban. Al igual que los mineros, estos estuvieron mucho tiempo aislados de la sociedad, concretamente 72 días, dos más que los “niños” de Atacama. Ambos sucesos comparten la misma fecha, aunque el sentimiento es diferente para cada uno de ellos. Para los jugadores de rugby, el 13 de octubre supuso una tragedia cuando 12 de sus compañeros perecieron en el acto, sin embargo, los mineros siempre recordarán este día como un milagro.

El 5 de agosto de 2010 alrededor de las 13:45 horas, la mina San José situada en el desierto de Atacama, es la protagonista de un desolador accidente, donde 33 mineros estuvieron enterrados durante 70 días a unos 720 metros de profundidad. Durante los meses que permanecieron allí, se produjo un hecho jamás presenciado en la historia de la humanidad, ya que nadie antes había resistido tanto tiempo bajo tierra con tan escasos recursos.
Marcelo Kemeny y Alejandro Bohn, propietarios del yacimiento, aseguraron que la mina cumplía con cualquier medida de seguridad, y que esta se podría seguir utilizando durante los siguientes 20 años. Para observar algún desplazamiento o anomalía, los jefes decidieron colocar espejos dentro de las fisuras, con ello pretendían prevenir de cualquier percance. Efectivamente, como se puede ver en la película The 33 de la directora Patricia Riggen (2015), minutos antes de que sucediera la desgracia, Luis Urzúa, topógrafo de 54 años, le advierte a Castillo, supervisor de turno, de las peligrosas condiciones en las que se encontraba la mina. Este había observado una grieta en el nivel tres, ocasionada por una debilidad interna de la montaña, pero para Castillo esta situación no tenía importancia, ya que estaba seguro de que estas estaban causadas por el pozo. De hecho, en la película, Castillo afirma que el principal deber de Urzúa es garantizar que todos los hombres saquen 250 toneladas al día de cobre y oro, y no preocuparse por la protección de ninguno de ellos.
Los 33 - Tráileres oficial en español HD. / Youtube


Una vez que los trabajadores se hallaban en el interior de la galería, otra grieta apareció en el nivel 540, originando una explosión que provocó un desprendimiento de rocas graníticas. Según el informe del Gobierno, un "megabloque" de diorita de 180 metros de alto y cuyo peso era de 700 millones de kilos, cayó desprendida de la montaña e impidió el paso hacia la salida.
Después, una segunda onda expansiva se produjo en sentido contrario a la primera, y ocasionó un mayor hundimiento. Ante la imposibilidad de poder salir de allí, ya fuera por las escaleras o las chimeneas, los “niños” se dirigieron al refugio, que era la zona más profunda de la mina.

En cualquier caso, se conoce que el yacimiento San José no cumplió con las normas establecidas por el Servicio Nacional de Geología, ya que este no fue el único accidente. En total se han calculado más de 80 incidentes y 42 multas. En 2004 y 2007 dos hombres, Pedro González y Manuel Villagrán perdieron la vida allí mismo. Tras la muerte del último el yacimiento fue cerrado. Un año más tarde de lo ocurrido los propietarios volvieron a abrir la mina, pero prescindiendo de las escaleras de emergencia y otros muchos recursos. Según afirma Manuel Regueiro, experto del Instituto Geológico y Minero de España, en una publicación del periódico El País: “Al extraer materiales para hacer la mina, se altera el equilibrio y, sino se toman las medidas adecuadas, estas tensiones producen lo que se denomina explosión de roca".
Tal y como se muestra en el documental, Enterrados vivos: mineros en Chile, el rescate estuvo dirigido por el ministro de minería Laurence Goldborne. Este fue enviado por el presidente de Chile, Sebastian Piñeda Echenique, el cual aseguró: “Los vamos a buscar como si fueran nuestros hijos y uno, a un hijo lo busca hasta el fin del mundo”. Según la Tesis de Maestría de Álvaro Miguel Jaque Sánchez, lo primero que se intentó fue retirar mediante máquinas los escombros de la explosión, para hacer posible el acceso del personal de ayuda a la mina. Desgraciadamente, estos se percataron de que la rampa se había derribado casi por completo, y por tanto decidieron entrar por el conducto de ventilación con el objetivo de no causar ningún otro daño . Pasadas 48 horas del colapso, el ingeniero Miguel Fortt dirigió el descenso de los rescatistas, pero el siete de agosto el intento resultó fallido, debido a la continua inestabilidad de la montaña que provocó otra caída de las paredes, derribando el eje de ventilación. Tras este derrumbamiento que era la vía más rápida para acceder a los mineros, tuvieron que buscar otras posibilidades por muy difíciles que resultaran.
5to Aniversario del Rescate de los 33 mineros. / Youtube
El domingo, ocho de agosto, Eduardo Hurtado, trabajador de la empresa Terraservice, llegó al yacimiento con el objetivo de encontrar a los mineros utilizando la perforadora T685WS. Esta estaba formada por un conjunto de perforación sobre ruedas, el cual va unido a un mástil que permite mover un trépano hidráulico en vertical. Diez máquinas de sondeo trabajaron día y noche sin parar, pero fue muy complicado traspasar la roca debido a su dureza. El taladro y el compresor comenzaron a sonar, atravesando la mina con un mástil en un ángulo de 78 grados en dirección a la diorita. “Iba a ser difícil por el ángulo. Podíamos acabar en cualquier sitio, porque es imposible controlar la desviación”, dice Hurtado.

Por otro lado, el Gobierno llamó a la Empresa Nacional del Cobre (Codelco) para que André Sougarret, director de la explotación de El Teniente en Rancagua, trabajara en el rescate junto a Eduardo. El trépano llegó a alcanzar una profundidad de 370 metros después de tres días, pero sin suerte, ya que se desvió sin encontrar el punto exacto en el que se hallaban los “niños”. Estos realizaron una segunda excavación con la perforadora Schramm T-130, la cual tomó la dirección adecuada, llegando a superar los 400 metros de profundidad. Tras diecisiete días de búsqueda, donde las posibilidades de que los mineros estuvieran con vida eran cada vez menores, los trabajadores localizaron finalmente el paradero de estos, gracias a un tercer intento.
Inmediatamente después de que el cilindro penetrara en la pared del refugio, Richard Villaroel, junto a sus compañeros comenzaron a dar golpes en el taladro para que las personas de la superficie supieran de su existencia. Además, hicieron marcas en el cilindro con una pintura de color rojo, ataron notas y cartas con datos acerca del lugar exacto donde hicieron la fisura, así como cuantas personas seguían con vida. Tal y como se recoge en el libro En la oscuridad, de Héctor Tobar, una vez sacado el martillo al exterior, los ingenieros pudieron comprobar que de él colgaba una carta, en la cual se podía leer: “Estamos bien en el refugio los 33”.
Enterrados vivos: mineros en Chile. / National Geographic - Youtube

Posteriormente, el equipo introdujo por la perforación 10B una microcámara y un micrófono pertenecientes a la compañía Codelco para evaluar las condiciones físicas y psicológicas en las que se encontraban los 33. El 23 de agosto, un segundo equipo de trabajadores abrió una nueva fisura situada a 1,3 metros de distancia con respecto a la primera. Esta se empleó fundamentalmente para mandarles cables eléctricos, mientras que a través de la primera recibieron todo tipo de provisiones como comida, aire limpio, servicio diario de correo, etc. Estos suministros fueron enviados a través de los PVC que eran unos tubos de cuatro metros de largo y 88 milímetros de diámetro, y cuyo mantenimiento y funcionamiento estuvo controlado por la empresa andaluza Abengoa.

La principal labor de las “palomas”, nombre que recibieron los tubos, era conectar el interior con la superficie. Durante esos días, estas fueron el "cordón umbilical" para los mineros, ya que les permitía permanecer con vida en la oscuridad. Hubo una tercera “paloma” que proporcionó agua limpia, electricidad y colchones enrollables antibacterianos.
Lo más complejo del rescate fue establecer una fisura lo suficientemente grande y segura para completar la última fase de la Operación San Lorenzo, poder liberar a los 33. Para ello, oficiales del Gobierno seleccionaron tres máquinas, las cuales fueron la Strata 950, la RIG- 421 que era una plataforma petrolera, y la perforadora conocida como T-130. Ocho días más tarde, comenzó el sondeo mediante la perforadora Starta 950. Este sondeo, conocido como Plan A, se dirigió hacia el refugio en un ángulo de 90 grados. Paralelamente a esto, la compañía Precison Drilling Company y el Gobierno de Chile buscaron trasladar la petrolera RIG-421 al yacimiento, para taladrar directamente en el taller de la mina. La utilización de esta máquina en el rescate recibió el nombre de Plan C.


Una tercera idea, el Plan B, fue propuesta por los excavadores y consistía en ampliar con la perforadora T-130 el agujero, primero a 12 centímetros y luego escarearlo a 28. Este último proyecto estuvo dirigido por la compañía Geotec y comenzó sus excavaciones el cinco de septiembre. Se diferenció del resto porque su perforadora utilizó cuatro martillos en vez de uno. El 17 de septiembre, la T-130 consiguió, con un hoyo de 30 centímetros, localizar el paradero. Cinco días después, con el fin de ampliar el conducto, este plan resultó fallido al quedarse atascada una de las cabezas de los martillos en la montaña. Tras varios días de esfuerzo, los equipos de rescate consiguieron solventar este problema.




El 27 de septiembre, llegó al “campamento esperanza” la nave de acero fénix que sirvió de elevador. El sábado 9 de octubre, 65 días después del derrumbamiento, la T-130 excavó un hoyo perfecto de 70 centímetros para que la cápsula pudiera viajar sin problema, y no se produjera ningún fallo. Este rescate llegó a su fin, la noche del 12 de octubre, cuando Florencio Ávalos fue seleccionado el primero para ascender. En 24 horas se había cumplido exitosamente la misión, ya que ninguno de los mineros resultó herido. Sebastián Piñeda, en el documental The 33, afirma que “historias como estas terminan con 33 cruces en la montaña, pero esta acabó con 33 hombres que se reencontraron con la vida”.
70 días, con más de 20 millones de dólares invertidos y por supuesto el esfuerzo tenaz de multitud de equipos de rescate, así como la esperanza de los familiares, lograron un milagro jamás presenciado antes. En esta larga y ardua misión se necesitaron 18 perforaciones para conseguir lo imposible: rescatar con vida a los 33.

Llegada de Renán Ávalos. / CN5 - Youtube
Desde el primer momento, este suceso generó un gran impacto mediático no sólo en Chile, sino también en todo el mundo, donde millones de personas unieron fuerzas y sacrificio por conseguir lo imposible. El mismo día en que tuvo lugar el derrumbe, no solo las familias esperaban respuestas por parte del Gobierno, sino también periodistas.

Con el paso del tiempo, el rescate se convirtió en una especie de Reality Show, llegando a adquirir gran relevancia cuando el minero, Mario Sepúlveda, grabó en forma de episodio unas secuencias en las que enfocaba a sus compañeros y la mina, y contaba cómo era la vida allí abajo. De hecho, a raíz de esto varias cadenas televisivas quisieron contratar a Mario y realizarle entrevistas para sus medios. Su mujer, Elvira Valdivia, le comunicó a través de una carta que con todo ello podrían hacer fortuna, tal y como se señala en el libro En la oscuridad de Tobar.
Además, esta historia está dividida por dos escenarios. Por un lado, se encuentra la propia experiencia vivida por parte de los individuos que aguardaban bajo el sol, y, por otra, la tragedia en la oscuridad de los protagonistas. Según la entrevista realizada el día 30 de octubre a Renán Ávalos, uno de los 33 mineros, no pensó que el primer derrumbe fuera nada grave, sino que más bien era algo insignificante, posiblemente provocado por alguna máquina que pudo haber fallado. Para él, la convivencia con sus compañeros fue buena. Fueron como una familia durante los días que estuvieron bajo tierra.

El momento más difícil que le tocó vivir, fue cuando tuvo que estar lejos de su familia con la incertidumbre de no saber que estaba pasando en el exterior, debido a la magnitud de lo ocurrido. A medida que pasaba el tiempo, Renán estaba resignado y llegó a pensar que de ahí no iba a salir con vida, pero nunca perdió la esperanza y siempre tuvo fe. “Para mí, el momento más feliz ocurrió cuando la perforadora encontró el refugio, en ese mismo momento, me convencí de que vendrían a buscarnos”.
Nada más salir de la mina, se dio cuenta del gran impacto mediático que supuso este suceso, ya que vio a todas las personas escandalizadas por el triunfo del rescate. A diferencia de otros mineros, a Renán le molestaba que la prensa y todo el mundo les llamaran famosos, ya que él no se consideraba como tal: “Afortunados si de haber salido con vida de allí, por haber vuelto a nacer, pero no famosos. Sigo haciendo lo mismo día tras día”.
En la actualidad, Renán trabaja en otro yacimiento de Chile, y comenta que esta tiene muchas más medidas de seguridad, dado que el Gobierno de Chile a raíz del suceso, implantó muchas de ellas para garantizar el bienestar de los mineros.

Mientras, para Sergio Morrone, personal de ayuda de la empresa de Abengoa, el rescate fue un trabajo difícil. Debían tener mucha precisión a la hora de ejecutar los agujeros, y evitar que se produjera cualquier otro derrumbe, pero a su vez también fue gratificante el pensar que los 33 mineros aún seguían con vida, y que gracias a ellos y muchos otros, estos podrían volver a ver a sus allegados.
Este, al igual que “los niños”, tuvo que estar mucho tiempo alejado de su familia, mientras se llevaba a cabo la Operación San Lorenzo. Su vivencia desde fuera fue una mezcla de sensaciones, donde predominaba la angustia y la ansiedad. Una vez liberados los mineros, estos mostraron su agradecimiento a todos los equipos y empresas que estuvieron volcados en su rescate: “Los mineros nos mandaron cartas que habían escrito en forma de agradecimiento por la ayuda aportada”.
Cartas de agradecimiento escritas por los mineros a Abengoa. / Foto de la Revista de Abengoa, cedidas por Sergio Morrone
Según el artículo académico, La reputación de Chile, País minero: Cinco años después del fenómeno mediático de los 33 de Verónica Suescún, la tragedia fue un glorioso acontecimiento vivido en tiempo real gracias a los medios de comunicación, que incluso hoy en día ha llegado al cine y a la literatura. Aproximadamente, 1.700 periodistas de diferentes medios cubrieron la operación del rescate que tardó 22 horas y 36 minutos. “La transmisión en vivo alcanzó una cobertura periodística global similar a pocos acontecimientos históricos también narrados en directo, como los atentados del 11-S, el inicio de la guerra en Irak o la final del Mundial de Sudáfrica 2010”, según declara el diario español Público (2010).
Asimismo, los mineros fueron acogidos en Hollywood como verdaderas estrellas. Estos habían viajado a Estados Unidos con el fin de participar en un programa de la CNN, el cual rindió un homenaje a un conjunto de héroes. Los mineros, junto con cinco de los socorristas que colaboraron en su liberación, fueron invitados al programa, porque tal y como se menciona en una publicación del Mundo, estos “simbolizan la capacidad de adaptación, de resistencia y de persistencia del espíritu humano”.

Aunque hayan trascurrido 10 años, este hecho sigue cargado de sentimientos y emociones. Sin ninguna duda, para la minería fue el rescate más grande de su historia y uno de los momentos más unificadores que se han presenciado en 2010. Según como afirma Florencio Ávalos, uno de los mineros: “Nosotros fuimos una especie de instrumento para unir a mucha gente”.
En la encuesta realizada el 16 de noviembre de este año, se pudo observar que el 78,9 por ciento de los individuos conocían la tragedia del yacimiento San José. La mayoría de las personas, concretamente el 70,4 por ciento, siguieron día tras día y con gran expectación todo lo ocurrido a través de la televisión, aunque un porcentaje más pequeño, el 13 por ciento, utilizó otros medios de comunicación como las redes sociales. A pesar de que el accidente tuvo un gran impacto mediático y estuvo seguido por millones de personas de todo el mundo, lo más sorprendente, es que se ha ido desvaneciendo con el paso del tiempo, ya que como arroja la encuesta, solo el 25 por ciento de los encuestados conocían que en este año se cumple el décimo aniversario del suceso.
Por muy tremendo, trágico y terrible que sea cualquier acontecimiento, estos siempre acabarán en el olvido, pero de todos ellos se saca algo positivo, como en este caso fue la entrega y el sacrificio incondicional de muchos voluntarios.
Ni vi la película, pero esto me hizo conmover, gracias muy bueno 🤗
Impresionante